Para América Latina, en tiempos anteriores la palabra misionero significaba un Norteamericano o Europeo que llegaba a nuestra tierra para ofrecernos algo. Nosotros los considerábamos a ellos como la iglesia madura y misionera, y nosotros éramos considerados como la iglesia inmadura y en proceso de formación o mejor dicho joven.

Hoy en América Latina y en todo el tercer mundo podemos decir que este concepto ha cambiado. A comienzos de los años setenta por ejemplo, se decía que aproximadamente unos tres mil misioneros eran enviados por la iglesia del tercer mundo. En la actualidad los informes son otros, pues se habla de un crecimiento asombroso, y se cree que ha crecido a cuarenta y cinco mil misioneros. Se calcula que para comienzos del siglo XXI una cantidad igual o superior de misioneros enviados por el tercer mundo y el mundo occidental, y que en el futuro, el tercer mundo estará enviando la mayoria de los misioneros transculturales.

De igual manera, podemos decir que Latinoamérica ha sido bendecida por Dios de una manera muy especial a través de la multiplicación de congregaciones en muchas naciones, con recursos financieros, dejando esto una lección objetiva para la iglesia en otras partes del mundo.
Todo esto, nos ha llevado al convencimiento de que la única manera en que se ha de evangelizar a cada pueblo, será que los latinoamericanos tomemos en serio el mandato de ID y HACED DISCIPULOS por todo el mundo, anunciando las buenas nuevas, pues misionólogos tales como: Larry Pate, Douglas Smith y Carlos Van Egen entre otros, saben que el hispanoamericano, reúne las características necesarias para ser un buen misionero en otros continentes.

Carlos A. Molina
Director